viernes, 6 de febrero de 2009

Quizá el problema de Bourgeoise eran los recuerdos. El de Prochain los futuros, y nadie se preocupaba por los presentes. Cuando estaban juntos, no obstante, la una olvidaba los pasados y el otro descuidaba los futuros, pero los presentes no aparecían por ninguna parte. Podría decirse que tomaban la forma de gatos y se escabullían entre los arbustos de la ribera del río, se disimulaban sus sombras en las esquinas de las calles alquitranadas del barrio viejo, o que devenían brisa y azotaban miradas, o que fluían por las aceras en forma de luz titilante de farola; podría decirse y sería en parte cierto. En parte.

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